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Sentimientos Desbordados.

  Capítulo 13: Sensaciones Desbordando.

  1

  Palacio Real de los Santísimos en Ellehanor. 3 de diciembre del a?o 4589. 4:30 am.

  Durante su trayecto hasta la puerta del rey Natalia y Setsuna estuvieron pensando en qué hacer al llegar, era algo complicado proceder porque no sabían que se podrían encontrar.

  —Abre tu Setsuna, seguro se te ocurre algo ingenioso si te lo encuentras en ropa interior.

  El razonamiento de Natalia era cuanto menos alarmante pero lo más destacado es que Setsuna se imaginó al rey así y se le hizo agua la boca. ?Realmente está bien tener a pervertidas como sirvientas especiales del rey?

  —...hem, preferiría que dejes de decir incoherencias.

  Algo avergonzada, Setsuna se recompuso y se mantuvo impasible sin llamar a la puerta.

  La situación era ridícula, ambas seguían ahí sin dar un paso al frente y tenían 1 hora esperando a que algo pasara para poder abrir, sin embargo ningún ruido suscitó de la habitación, las especulaciones de ambas llegaron al punto de creer que no soportan ver al rey con una mujer, incluso se tomaron el tiempo de ir a por sus armas.

  Verdaderamente eran dignas de ser temidas.

  —Natalia TI, Setsuna Kusushima, ?Qué hacen?

  Con una mirada juzgadora y severa, Bell se acercó a las dos maids que seguían sin decidir abrir la puerta.

  —Oh… E-Em, hoy nosotras serviremos al rey.

  Setsuna contestó con total honestidad, aunque ka respuesta que recibiría era tan clara que hizo una mueca inconscientemente.

  —Si eso es cierto, ?qué las detiene de abrir la puerta?

  Bell se mostró confundida, su expresión adorable ante esta situación tan curiosa es envidiable.

  —E-em…

  Setsuna no pudo evitar verse a sí misma como una idiota por no aclarar esta duda tan evidente y razonable.

  —Ah cierto, Natalia TI. ?Por qué tus piernas están temblando?

  Bell se?aló una conducta extra?a proveniente de la persona más rara que había entre ellas, mostrándose susceptible ante dicho se?alamiento, dejó caer los hombros.

  —Estuve fantaseando de más…

  Sin embargo la respuesta no aclaró nada, de hecho complicó todo. A la vista tan desvergonzada de su compa?era, Setsuna ignoró la estupefacción que le invadió y simplemente obvió todo.

  —S-Se?orita Bell, solo ignorala. Es una pervertida.

  El ademán que usó Setsuna hizo fácil para Bell comprender que se trataba de algo sin importancia ya que no encontró nada de pervertido en una chica temblorosa con rubor en el rostro, ?quizás es que era demasiado inocente?

  —De todos modos, voy a pasar. Imagino que ustedes igual, ?no?

  Bell simplemente caminó a la puerta manteniendo la calma ante sus espectadores.

  Aunque mirándose a sí misma, estaba usando todos sus esfuerzos para lograr abrir la puerta.

  —Si, muchas gracias.

  Natalia hizo una profunda reverencia respondiendo antes que Setsuna en un tono desvergonzado como implorando algo… Si, solo algo.

  —Bueno...

  Ante la respuesta afirmativa, Bell se dió la vuelta y procedió a abrir la puerta ignorando con esfuerzos titánicos el latir de su corazón.

  —Pero padre, que esa mujer venga aquí es una burla para todos. Es algo con lo que no puedo estar de acuerdo tan fácil.

  Justo cuando ella abrió la puerta, la voz dulce de una chica llegó a sus oídos, parecía estar discutiendo algo personal.

  —Shhh, no te muevas.

  Inmediatamente Natalia tomó desde atrás a Bell y le susurró al oído mientras le tapa la boca con una mano para evitar cualquier tipo de ruido extra.

  —?Mhaw!

  Ante este ataque perverso, ella relajó el cuerpo dejando ver una escena directamente lasciva entre ambas.

  —?Es que acaso ambas son idiotas…?

  Setsuna criticó al par de locas susurrando desde atrás.

  —No es un problema de honorarios y lo sabes bien, es algo de respeto. Ella jamás mostró respeto por nosotros y ahora pretende repararlo todo.

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  La chica parecía estar enfadada con alguien, sin embargo el contexto general de la conversación no era algo que ninguna de las 3 intrusas supieran.

  —Pero padre… Esa mujer no merece más oportunidades.

  Natalia, que hasta ahora siempre mantuvo una mirada desinteresada y apática, dió un peque?o brinco.

  —Es la princesa Athenea.

  Bell parpadeó un poco y se liberó del agarre de Natalia con facilidad, sin escrúpulos procedió a entrar al sitio. Su mirada reflejó mucha claridad, totalmente decidida en hacer algo.

  —Con permiso.

  Desde dentro, la habitación con decorados varios en los que imperan libros y algunas figuras extra?amente detalladas a mano, se mostraron como un grato contraste entre el palacio tan aburrido y este lugar tan… Colorido.

  —Ah, se?orita Bell. Buen día.

  Al escucharla y verla, Athenea Ponce de Oro sonrió con un poco de resignación, no se veía sorprendida realmente.

  —Buen día, princesa.

  Respondiendo un tanto desordenada, Bell simplemente saludó.

  El hombre que hasta ahora había dado la vuelta en su lugar, miró a Bell.

  —Parece que lloraste.

  Lo primero que hizo tras levantarse de su sitio, fué declarar tal afirmación en un tono serio, Athenea lo miró confundida pero no llegó a replicar nada por lo que siguió yéndose y Bell tembló un poco.

  —?Qué te dije de llorar sola?

  él ignoró la presencia de sus sirvientas en la puerta y con sus ojos azules se fijó imperiosamente en Bell, de suerte la presencia titánica o felina le hizo sentir calidez. Ella confundió el sentimiento primitivo de supervivencia con algo romántico y su rostro se ruborizó.

  —...mmm.

  Al no ser capaz de formular palabras y ser incapaz de escuchar nada como réplica, se acercó a buen ritmo, con unos cuantos pasos ya estaba ahí.

  —N-no… Yo…

  Ignorando cualquier tipo de sentido común sobre la invasión del espacio personal, él simplemente acarició su rostro enfatizando en las ojeras tapadas por maquillaje.

  —No te fuerces a decir nada.

  él continuó su “análisis” deslizando sus manos a través del cuerpo de Bell, indagando su escote, sus caderas, sus muslos pero se mantuvo siempre con los ojos enfocados en los de Bell.

  —Perdón…

  Ella se quedó confusa ante esas disculpas, de hecho su corazón tembló al procesar la razón más probable de dicha conclusión y no pudo evitar tratar d-

  —Shhh, te dije que no hace falta explicar más.

  En blanco.

  Caliente.

  La cabeza de Bell se quedó sin respuesta.

  Miles de pensamientos llegaron a su mente, entre ellos, la razón por la que volvió y el motivo por el cual se decidió.

  —Por otro lado, hija. Necesito que estés presente más tarde, por favor.

  él simplemente ignoró nuevamente todo y se fijó en Athenea que ya estaba saliendo del lugar, ella respondió algo resignada.

  —Si, ya qué. En fin, me voy.

  Con tranquilidad procedió a salir de la habitación ignorando deliberadamente a Natalia y Setsuna.

  —Y supongo que ustedes dos me acompa?arán ahora.

  Al ser se?aladas con la mirada, ambas contuvieron la respiración.

  —?Si, se?or!

  Setsuna se armó de valor para dirigirle la palabra, sin embargo no fué capaz de mirarlo a los ojos.

  —Bell, ?qué te trajo aquí?

  Ella sonrió un tanto resignada por ser incapaz de esconder sus debilidades y sentimientos, suspirando

  —T-Tú lo hiciste.

  Tras ser leída con tanta facilidad ella decidió soltar tal declaración ignorando que no era oportuno el sitio ni el momento y mucho menos el contexto.

  —Supongo que hoy también me darás un repaso en cuanto a todos los temas que no están yendo bien en el continente.

  él se dió la vuelta diciendo algo que parecía aceptar con total naturalidad y continuó con lo que parecía ser la redacción de una carta.

  —N-No, hoy solo quería estar aquí tan pronto como mi corazón me lo permitiera para poder verte...

  él sin entender la broma en sus palabras ni la razón en su lenguaje, se sintió como si ella estuviera divagando por y para molestarlo.

  —Quiero decir, hemos estado juntos todo el camino hasta este punto del conflicto, deberíamos tomarnos un peque?o receso para nosotros. ?No crees?

  Al escucharla él recordó a la emperatriz de Leewdorght, sin embargo ese peque?o destello se esfumó porque comprendió lo que trataba de decir la chica.

  —Bell, si quieres que seamos pareja debes entender lo que eso conlleva en general y el impacto que habría si se llega a hacer público.

  Escribiendo, él respondió tomándose su tiempo para explicar bien su punto.

  —No me gusta que llores por mi culpa y si eso es lo que deseas puedo cumplirlo porque yo mismo lo he sentido, pero no me gustaría que la opinión general termine por afectar más de lo que la opinión individual ya lo hace.

  Un poco despiadado pero realista, su semblante no cambió pero en el tono de su voz, algo más de calidez era notoria. Definitivamente no quería herirla ya que hasta ahora se había mantenido como una gran aliada.

  —Te amo.

  Tras escuchar esa afirmación tan directa, él dejó de escribir y de tomarse la situación tan laxamente.

  Se giró mirándola atentamente como hace apenas un momento, sin embargo la sensación era distinta…

  —Lo sé.

  —Te amo lo suficiente como para ignorar todo lo que podrían pensar los demás.

  Una respuesta inmediata, como para obviar la respuesta fría del rey.

  Y ella sonrió dejando caer las lágrimas que ahora salían por sentir que sí podía decir sus sentimientos.

  Y ella entendió al ver la calidez en los ojos del rey que todas las vueltas que le dió a sus sentimientos, a sus pensamientos hipotéticos sobre esto…

  Todo fué en vano.

  —Lo sé.

  Sidhartta Ponce De Oro dejó de escribir, de prestar atención a todas las presencias del palacio.

  Se centró solo en la mujer que tiene ahora delante, la devoró con la mirada, ni el mismo sabía cuando, su corazón comenzó a sentirse incómodo con ella.

  Eso es amor, ?no?

  Aunque en medio de estas reflexiones personales, Bell dió un paso al frente y continuó su declaración.

  —Te amo porque fuiste quien me salvó, quien me hizo encontrar un lugar seguro, quien me hizo saber lo que es la felicidad.

  Ignorando que hubieran personas extras que no tenían nada que ver con esto, ignorando que no tuvieran idea de lo que decía, ignorando que nadie más que ella y él eran los protagonistas de esas cosas.

  Bell simplemente necesitaba que él la escuche, no le importó que nadie más comprendiera esto.

  Una complicidad de la que nadie tenía idea.

  —Lo sé.

  Sidhartta la abrazó profundamente. él sintió que su corazón estaba latiendo con fuerza.

  —Te amo porque eres la persona más extra?a del mundo, porque jamás en la vida imaginé conocer a alguien que viera la vida así… Estás totalmente loco.

  Ella dió una leve pausa para tomar aire, sentía que algo tan intrascendente como esto le había hecho trizas y su corazón no paraba de latir.

  Sus lágrimas estaban tan presentes que era imposible detenerlas.

  Pero para estas lágrimas ya era demasiado tarde, Bell ya había decidido decir todo lo que sentía, ya no había vuelta atrás.

  —?Eres un loco Sidhartta! Un maldito lunático, diciendo que la vida es hermosa, que las estrellas son lindas, que la luna es impresionante, diciendo que repetirías esta vida una y otra vez sin cansarte jamás. ?Estas loco!

  Ella jadeó levemente y se recompuso con más fervor soltandose del abrazo.

  —?Mírame a mí! Quiero ser el motivo de tus elogios, quiero ser yo a quien llames linda, hermosa o sin igual, quiero ser yo la que reciba toda tu atención. ??A quién co?o le importa esta vida!? Si tu no estás conmigo no tiene ningún sentido. ?Si tu no vas a darme amor yo no voy a poder seguir con esta mierda!

  Sus lágrimas ya habían destruido su maquillaje, su ojo izquierdo esbozaba una apariencia asquerosa e indigna de un ser humano.

  Su declaración era irracional y arbitraria.

  Su tono, roto y en cólera.

  Se veía más humana que nunca.

  —Siento muchos celos cuando miras al todo y no es a mi, siento que moriré cuando te pones a pensar en tus nuevos planes para esta puta guerra, siento que si no me miras y mimas lo suficiente moriré.

  Ella dejó de hablar y se dejó caer derrotada, jadeando con intensidad. Ya parecía darle igual que su aspecto era mórbido y repulsivo.

  —Bell.

  Pero él siguió mirándola sin juzgar ninguna de las cosas que dijo.

  –Bell.

  Ella le ignoró, quizás por vergüenza, quizás porque deseaba escucharlo enfadado gritando.

  —Ya lo sabía, era obvio. Cualquier buen hombre lo hubiera visto desde el principio, hace 14 a?os que nos conocemos y si nunca fui yo quien dió el primer paso, es porque tu misma elegiste encerrar tu corazón y mentirte a ti misma.

  él caminó hasta estar tan cerca de ella que podía sentir su aliento.

  —En todo este tiempo yo mismo he sentido una contradicción enorme, y es que amo muchas cosas pero quiero pocas.

  él continuó mirándola.

  —Pero es cuando estás cerca de mi, cuando entiendo que quizás debo tenerte lejos.

  Al escuchar eso, ella sintió como su corazón comenzó a doler.

  –Quizás es por que me haces querer algo extremadamente bajo, me haces desearte tanto que me enferma.

  Y cuando esas viles palabras llegaron a ser procesadas, ella le miró.

  Como si fuera el peor veneno del mundo, el sentimiento se extendió sin piedad por cada parte de su cuerpo.

  —Bell mi amor no se queda ahí, te deseo, te quiero para mí. Este egoísmo no es solo algo que se limite a una sensación tranquila, esto es algo imperativo. Es algo que solo siento al verte, como una enfermedad.

  Acarició la mejilla de Bell, sin importarle nada. La miró con una calidez y ternura tan sinceras que era hasta enfermizo.

  —Eres la mujer más bella que he conocido en mi vida…

  Bell no hizo un solo gesto de rechazo, más bien se mostró superada y ante estas declaraciones vergonzosas, no hizo más que aceptarlo todo.

  —Esta belleza tuya me hace sentir como un enfermo, me hace querer devorarte… Pierdo la razón.

  Ella no supo reaccionar, su corazón ya había alcanzado su límite y no tenía ya energía para replicar.

  —Si estás bien conmigo, si en lo profundo de tu corazón hay espacio para desearme, con mis fracasos y mis victorias, con mis aciertos y errores…

  él la besó.

  Tomándola con fuerza, sujetándola sin miedo.

  Ella no evitó este contacto, lo aceptó. Le correspondió.

  —Y-yo… Si solo quisiera lo mejor de ti, no sería más que una mentirosa. Te deseo, te venero, te quiero… Mírame, dámelo todo.

  Sidhartta la besó de nuevo, sin vacilación alguna.

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